Durante esta semana en
el máster no ha habido ni un solo día que no haya parado de pensar en mi fe, en
todo lo que me gusta, en lo equivocada que estuve al pensar hace ocho años que
mi vocación era otra, y de cómo Dios me puso en este camino antes de que yo
misma me diese cuenta de esta preferencia a la docencia.
A lo largo de mi vida y
del estilo de vida que he elegido, ser profesora al final es solo un paso más
para estar cerca de los jóvenes y cumplir mi misión. Por lo que quizás, mi
respuesta qué me motiva a ser profesora sería el amor a los jóvenes y mi fe.
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